Saber lidiar con un golpe fuerte en la economía y combatir las consecuencias de aquel impacto es lo ideal en toda crisis sistémica, sobre todo si es atípica como la que vive el planeta desde el 8 de diciembre del 2019 cuando se liberó la noticia de una nueva cepa de coronavirus en Wuhan, China.  

La seguidilla de epicentros continuaría –en este orden- desde China, pasando por Italia y España, para decantar en Estados Unidos y América Latina finalmente.

La COVID 19 o nuevo coronavirus destruye vidas, activo físico, demanda, consumo, empleo, ahorro privado, potencia fiscal y monetaria además de un enorme impacto emocional por los recurrentes confinamientos que significarán –sin duda- una “nueva normalidad” social. Nada volverá a ser lo mismo.

AMÉRICA LATINA

En la crisis financiera sistémica global del 2008 alrededor de 93 economías anotaron decrecimientos. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional [FMI], en su informe ajustado al 15 de abril último, 150 economías registrarán un decrecimiento en términos de PBI real para este 2020.

desigualdad: ¿tras el impacto de la covid 19 disminuirá la inequidad en las economías globales? 
foto: autor desconocido, medios. 

Latino América, indican economistas y firmas gestoras, no sólo ha crecido poco sino mal o con asimetría; generando –desde hace dos siglos, pero con preminencia en las tres últimas décadas- bolsones de desigualdad, informalidad, precariedad y falta de oportunidades para acceder a servicios –como salud, y educación- e infraestructura adecuada.

Salvo en economías como el Perú, en el resto de la región la vulnerabilidad fiscal y monetaria -que decanta en la economía real- provoca pensar que la estimación de decrecimiento llevará a América Latina a un umbral negativo de avance de PBI de hasta dos dígitos.

Un frente fiscal y monetario robusto en el Perú –desde luego- no nos blinda contra el golpe.

PERÚ TRAS LA COVID 19: ESTIMACIONES

El FMI apunta a un decrecimiento para el 2020 de -4,5% para el Perú. El organismo prestamista puede haberse quedado corto.

De acuerdo con la autoridad estadística local, la economía andina decreció en el primer trimestre en -3,4% interaño; desde la lectura del PBI desestacionalizado –que mide crecimiento sin choques estacionales de oferta o demanda- éste indicador cayó en -23% en marzo intermes.

Los economistas, al menos los más serios no han liberado números o pronósticos, menos estimaciones. Hay una razón elemental en la ciencia económica para ello y se llama “no hay data” o la que existe está mal medida o sobredimensionada.

Sin embargo, ello no impide dibujar escenarios cualitativos que nos permitan –al menos- acceder a cierto nivel de debate serio en torno a las proyecciones locales y a determinadas herramientas para diseñar estrategias de mitigación e impacto.

Herramientas que vayan más allá de las sugeridas –desde lo fiscal- por el Gobierno a través, por ejemplo, de sus programas de soporte como REACTIVA Perú y fondo de apoyo empresarial [FAE] para micro y pequeña empresa [MYPE]: ambos desiguales, lentos, pesados, asimétricos.

Reabrir la economía local en cuatro fases podría significar que de un 56% de paro, ésta eche el salto de hasta 85% en términos de producción –y en fase dos- como pronosticó la titular del Ministerio de Economía y Finanzas [MEF] María Antonieta “Toni” Alva.

“Tienes una caída súbita pero que no te llevará [necesariamente] a dónde estabas antes de esta crisis”, nos cuenta desde Nueva York el economista Alfonso de la Torre.

[Aquí puedes ver la entrevista a De La Torre desde Nueva York]: 


“El salto corresponde a la reinserción anunciada por el MEF, pero ese último tramo puede ser mucho más lento en el tiempo y será –efectivamente- la recuperación de la economía local”, agrega De la Torre; y ello -tal cual una película de espagueti western- tras un segundo trimestre feo, un tercero malo y probablemente un cuarto trimestre “bueno”.

Desde este panorama, De la Torre porfía y nos comenta que podemos enfrentar “varios problemas”: consumo debilitado, golpe en el empleo, impacto en el ahorro privado, contracción en la inversión privada, falta de claridad respecto a la evolución de los contagios, contexto externo atado de incertidumbre comercial y una elección en un año.

KEYNES AL RESCATE

Ante lo anterior el Gasto Público parece ser la salida más clara.

En la segunda mitad de este año, “ese será el gran reto para las autoridades económicas, monetarias y fiscales locales”, advierte De la Torre. Y desde este momento, añade, es que el inicio del estímulo -más allá de “salvavidas” como los programas del MEF- debe ser más fuerte y sobretodo sostenible a través de iniciativas productivas a largo plazo.

En otras palabras, aquí empezaría recién el baile para un keynesianismo 2.0 vía Toni Alva y sus estrategas.

Ello nos llevaría a tres escenarios de recuperación, en función al gasto como señala De la Torre.

El “bueno”, aquel en forma de V como suelen dibujar los macroeconomistas y donde si caes cinco este año debes de crecer diez el próximo si todo es simétrico.

En lo “malo” se ubicará una proyección de la recuperación en U, donde el avance y el retorno a la tendencia es más lento; y por último, un panorama “feo” donde no existe recuperación o esta es plana y en forma de L: te caes, vuelves a ganar terreno pero tu tendencia se queda sin mayor expectativa de movimiento.

De momento, el escenario base apunta a una U para el 2020, 2021 y 2022.

Habrá destrucción, pero -también- posibilidad de construcción. Y en esta recuperación, desde luego, un nuevo formato de contrato social económico: uno donde se combata desigualdades y precariedades de una economía como la del Perú atada a cuatro quintos de informalidad y débil gestión de gasto.

Tras la Gran Peste que atacó Europa en el siglo XIV, determinadas formas de servidumbre desaparecieron; y la nobleza e Iglesia vieron debilitados su poder económico y político.

En Latino América y el Perú, ¿se desmantelarán modelos de inequidad tras esta COVID 19?

Tal vez, nuestros hijos y nietos gozarán de aquello.

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FOTO: gráfica de tendencias con representación del virus COVID 19, fotomonjate libre.