Bolivia registra un brutal crecimiento económico en los últimos trece años de una media de 4,8% de PBI real, y es un promedio por encima del estándar de América Latina.

A ello se suma un componente de logros sociales que decantan en un desmantelamiento de la pobreza extrema que cifra en 15% al 2018, tras rozar el 39% hace una década; se agrega que la economía altiplánica denota la tasa más baja de analfabetismo en Sudamérica con un rango de entre 2,4% a 2,7% de la población que es iletrada.

La señal es débil por el frente fiscal con un déficit por encima del 7,5% del PBI real, no obstante ello no es producto de una activación del populismo como fue recurrente en los Gobiernos de izquierda en Latino América en los últimos diez años.

Evo se va dejando a una Bolivia sin analfabetas y con un crecimiento envidiable pero con retos para la siguiente administración que, todo señala, se trata de una gestión que -por su mercantilismo, rentismo y neoliberalismo- será muy austera en grandes cambios y transformaciones sociales en Bolivia. 


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