Dinero y obras son parches, acaso tapones de una realidad estructural que ataca a las comunidades y su relación con la empresa privada. 

En medio, un Estado que recurre a viejas prácticas dadivosas. 

El rol del Estado en el conflicto de Tía María no debe quedar como un facilitador de dinero y obras jugando en pared con la empresa privada, porque ello no genera desarrollo y no combate problemas estructurales como la pobreza. 

Es el momento de replantear estrategias más de largo plazo. 

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Foto de portada: Sin derechos [pública].